viernes, 8 de julio de 2011

Realmente no se como empezar...

Ah…  amar a mi amor.
Que falta me hace su roce indiscreto en la entrepierna, o tal vez sus dedos curiosos dibujando mis panties por sobre el pantalón; ocultándonos de las miradas de esos chicos, de mi hermano, de su hermano. Sabiendo que está mal lo que hacemos, aparentando que lo ignoramos; que soy solo una niña, muy niña y todo, pero una niña sometida o subyugada indiscutiblemente ante él, irremediablemente enamorada de él, de sus brazos, de su cara adormilada, el hechizo de sus ojos, del  aroma de su cuello, de su aliento tibio, de su latir tan pausado, de su languidez; todo él un irónico contraste de la rapidez de sus manos al desvestirme en la habitación, de pronto su mirada lánguida se volvía salvaje, crecía en el todo ese bestialidad de lobo solitario… cambio tan radical, tan agradecido luego por mí al recostarme sobre su pecho en calma y jugar con el vello de su abdomen  ta ra ra ra ra ra ra…


Recuerdo que me gustaba el olor de su cuello, mas el olor en si no lo recuerdo,  ¡Oh ben(mal)dito olfato! Reconozco la lluvia, la sopa de mamá, a que huele un camión por la mañana. Deduzco y puedo traer a mi mente cualquier aroma, sentirlo de nuevo llenándome el rostro, acariciándome la nariz; por ejemplo el del menudo que preparaba mi abuela me lleva a mi infancia, no tan remota como suele parecer; podría decir a que huele la navidad, como un perfume entre un gentío me hace voltear buscando al susodicho oloroso, para bien o para mal esto entre las multitudes; o tal vez morirme de la envidia al ver pasar una mujer hermosa y girar la cabeza para no perder la esencia dulce del  tibio rastro de perfume que deja al pasar. En una simple caminata con una amiga y de repente un muchacho que pasa corriendo, contrario a las mujeres bellas su rastro dura mucho menos, te hace voltear más deprisa para no perderte esa esencia tan varonil, con un dejo de no sé qué, que hace que el muchacho después me mire de una manera un tanto rara. Me es imposible evitarlo, huelen tan bien, claro está, algunos. 


Innumerables los aromas que se alojan en mi cabeza, cada uno ligado a algún recuerdo, a una sensación en especifico, algunos muy  ponen también a trabajar mi lengua, puedo saborear un chocolate solo con olerlo; O en repentinas ocasiones, realmente muy contadas, saborear algo en la boca solo con darle un vistazo,  a veces el vistazo es breve como cuando ves un platillo frente a ti justo antes de llevártelo a la boca ya sabes a que sabe, clásico el ejemplo, pero cuanto más prolongada es la observación es mayor esa ricura que te invade el paladar y te hace producir más saliva. Infinitamente delicioso. 

Tan exquisito. ¿Te das cuenta?
Y así, con todo no lo recuerdo, no sé si sea más bien cosa mía, algo así como una negación de la memoria; o que definitivamente esa rica fragancia( que pronto me hacia desvestirlo con ansias para seguir olisqueando cada centímetro de su cuerpo) por ahora se aloje en una neurona perezosa. Que no quiere ayudarme en mi torturante rutina de volver a pasar horas y horas recordando el pasado, mi tibia y tierna historia, ya tan disipada, con él.


lunes, 4 de julio de 2011

En contra del olvido...

Estoy cansada, triste, hastiada por no decir harta.

Me pesan los recuerdos, las palabras, y no puedo sacarlo de mi cabeza, por más que lo intento él sigue ahi...

Ya no se que hacer.. quiero soltarlo todo, quiero contarlo todo, contartelo a ti que me estas leyendo; quiero contarte porque no me conoces y porque quiero que me conozcas a traves de estas palabras, y que te formes una idea sobre mi mediante esta recopilacion de recuerdos.

Recuerdos que duelen, que me pesan en el fondo del corazon y me lo vuelven cada vez mas duro, recuerdos que me carcomen y me hacen sentir cada vez más vacía, que se pudren en mi interior como las mariposas que alguna vez sentí con la misma intensidad.

Recuerdos infinitos, incontables, que caen sobre mi como una avalancha de nieve y me deja congelada en el pasado; en mi precioso pasado donde todo era bello y sencillo si yo estaba entre sus brazos.

Duelen demasiado estos recuerdos, y trataré de contartelos lo mejor que pueda, describir los detalles, crear murales en tu cabeza a pesar de no conocerte.
Quiero contartelo todo, porque me pesa demasiado.

Quiza te preguntes porque me decidi a hacerlo; y no sabría responderte, no bien, sólo se que no quiero que estos recuerdos mueran conmigo.

viernes, 3 de junio de 2011

A sus manos

Su amor es una llamarada que se consume,
que nos consume a los dos y nos sumerge
en la misma pasión y en la misma oscuridad.

No me gusta a veces cuando empiezo a desnudarlo por las manos, recorriendo sus muñecas, sus antebrazos, el brazo entero ya y luego subir a sus hombros para alcanzar su cuello
y bajar lentamente por su pecho saboreando cada centímetro de su piel tan apetitosa.
Que torso tan bien esculpido, que belleza de ombligo; tan lleno de vida su vientre cuando le echo un vistazo ya sin los estorbos de la ropa interior y claro, sin el pantalón.

Me lo imagino desnudo y me causa un enorme placer desvestir a este hombre, porque siempre hay algo que me impide hacerlo; y digo que no me gusta desvestirlo porque me gusta contradecirme, y desnudarlo así porque cuando llego a su entrepierna, mi boca que ya beso el resto de su piel completamente deseable está abierta y casi babeo al admirar tanta firmeza,
y vaya es tanta mi ambición por su piel, este mi vicio epidérmico que apenas y me deja tiempo para otras cosas que no sean estarlo desvistiendo cada noche con una fiebre inigualable.
Su sabor, su aroma y tanto amor, y mi cuerpo ya en el suyo, ya deshaciéndose, ya a poco de fundirse y ser uno sólo de todo: de sudor, de pelos y latidos, de quejidos y caricias, rasguños, gemidos, gritos y más gritos de nuevo, y una mordida o una nalgada, un beso.
Yo al borde de la locura, del placer y la agonía de la pequeña muerte,
de desfallecer entre sus brazos o entre sus piernas.
Luego del coma lujurioso me preparo para oírle reír.
Y él ríe como creyendo que soy una niña y me acaricia la cara con ternura que contrasta con la furia con que me hacia el amor hace rato; y sonríe pensando que olvidare como fui suya.
Como comencé a desnudarlo por las manos, por esas manos que me estrujan o acarician según su estado de ánimo, que cambian mi mundo con su lánguido roce para luego avanzar con ansiedad deshaciéndose de ataduras, de ropajes, de mi pudor y mi inocencia.
Esas manos… sus manos.

sábado, 9 de abril de 2011

Hoy...

Inicio con este blog para seguir a una amiga que apenas y conozco
pero todo lo que me dice me parece tan interesante y lo que escribe más...
A ver como nos va
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